sábado, 10 de abril de 2010

El aula sin muros

Hemos encontrado en la publicación granadina EL SEMANERO un precedente claro de la manía actual de meter todo en las aulas.  El sucedido es de finales de los años 80:

El aula sin muros
El semen es de los pocos humores del cuerpo humano cuya extracción casi no duele. Sí, el líquido cefalorraquídeo. También duelen -y no poco- las lágrimas. Pero el semen no duele nada. Se conocen casos de personas normales que, incluso, disfrutan cuando les sacan semen.
La controversia puede suscitarse a la hora de poner de acuerdo a la gente sobre cuál es el procedimiento más conveniente para obtener semen.  Porque para conseguir sangre se puede recurrir a la jeringuilla, a la navaja barbera, al pinchazo. Mana sangre también en caso de golpes, accidentes o ejecución. Pero el semen sólo aflora cuando se pone en marcha un delicado e incruento mecanismo. No sale al exterior como la materia que albergan ciertas protuberancias del cuerpo humano, cuando se las aprieta.
Hay ocasiones en las que el licor sagrado de la vida se expande sin aviso, precipitadamente. Pero en otras, se esconde, avaro. Se hace esperar, llega cuando quiere. Sorprende, maravilla.
Varios alumnos de COU del instituto de bachillerato Alto Conquero de Huelva encontraron hace unos meses la forma de llevar puntualmente a su profesora de ciencias semen del día en cantidad suficiente como para ayudar a toda una clase a ampliar sus conocimientos citológicos.
El instinto de confesionario que anida aún en buena parte de la sociedad española y el aburrimiento democrático han llevado a un diario andaluz a preocuparse por el procedimiento de extracción del semen que luego se utilizaba en inocentes y provechosos experimentos escolares.
La noticia en el ABC de Sevilla

Cuando se tiene 17 años, el portento, la epifanía, puede ocurrir todos los días y en varias ocasiones, ABC debería saberlo. Lo que sucede es que el dulce néctar, hijo del milagro, unas veces se somete a la probeta y a la curiosidad de los microscopios en las aulas. Otras veces -las más- se pierde para la ciencia y se gana, únicamente, para el gozo. Y también -y no raramente- produce el asombro de la vida, cuando halla el recipiente adecuado.
El caso de Huelva debe producir docena y media de preguntas retóricas en la sección Cartas al Director de media docena de diarios: "¿Hasta dónde vamos a llegar?", "¿es posible que nuestros cándidos hijos...?". Pero también debe llenarnos de satisfacción el avance pedagógico que el semen en el aula supone.
A Estados Unidos, colocar una maestra en el Cosmos le costó un dineral, y, además, en vano. Nadie ha olvidado la dolorosa explosión de la profesora Christa McAuliffe y de Challenger en el espacio.
Nosotros, por unas pocas pesetas, gracias a la imaginación de nuestros maestros, a las incitaciones de los inspiradores de la Reforma Educativa y, en último término, al ministro Maravall, hemos colocado debajo de las curiosas lentes de los microscopios de nuestros escolares el mismo germen de la vida.
Es el aula sin fronteras. Todo lo hemos metido en el aula al ver que los alumnos salían de ella conociendo, engatusados por los gadgets de la galaxia electrónica: el ordenador en el aula, el cine en el aula, la prensa en el aula, el macramé en el aula, el esparto en el aula, la vida en el aula. Y una vez que un material tan abundante se encuentra amontonado en ella, sólo nos queda esperar que los alumnos (su atención, su interés) quieran volver al aula. Si es que caben.

1 comentario:

  1. Cuanto más impotente se ve el Estado para hacer frente a sus compromisos, más tareas encomienda a la Escuela y al Matrimonio. Como si éste último no tuviera bastante con ser la sede de la pasión institucionalizada y del amor productivo, también se le pide que gestione como contable cuidadoso el gasto y en el ahorro familiar, que socialice a los niños y que rellene puntualmente la declaración de la renta. A la Escuela le sucede algo parecido. No basta con que los centros escolares mantengan eficazmente enclaustrada la efervescencia de los años mozos durante el día (la noche es irrecuperable), sino que además se les exige con descaro que enseñen algo. Pero ahí no queda la cosa: si los jóvenes nos salen violentos, deshonestos, mentirosos, descarados, drogodependientes, maleducados, conductores suicidas o ladrones, siguiendo los malos ejemplos de los líderes sociales y políticos, entonces se recurre al truco de la asignatura epidural. Se inyecta una nueva materia en el farragoso currículo escolar y los responsables silban y aguardan el próximo desafuero.

    ResponderEliminar