viernes, 16 de abril de 2010

Curas transgénicos

Los Arnolfini
Era de esperar: una nueva tarea para el matrimonio: apagar los fuegos eróticos del sacerdocio célibe. Lo de siempre, cuando no se sabe cómo resolver un problema o se le encarga a la escuela o se le echa encima a la familia, en este caso al matrimonio. Crece la exigencia de que los curas se casen para acabar con los casos de pederastia que se dan dentro de la Institución eclesial. Cómo si el matrimonio hubiese demostrado su eficacia a la hora de apagar el impulso venéreo, de puertas afuera. Los curas pederastas se casarán y, esto sí, disfrutarán de los amargos placeres del matrimonio. La inquina social irá a menos al verlos golpeados por las ventajas propias de la vida en pareja, pero no se puede asegurar que no sigan, algunos, molestando a la infancia con solicitudes indecorosas. La línea Diógenes no debe ser abandonada a priori. La anécdota se la atribuye Diderot a Lucrecio: Diógenes se masturbaba en la vía pública, replicando a quienes se escandalizaban de ello: “Ojalá fuese igual de fácil quitarse el hambre con sólo frotarse el vientre”. En el caso de que la propuesta clásica fallase, habría que recurrir a una línea de investigación que alumbrase curas transgénicos, sin deseo. Podrían seguir célibes y les evitaríamos el martirio de un noviazgo largo.

4 comentarios:

  1. De un chileno llamado Óscar Capeche que hace "lecturas" personales de cuadros clásicos.

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  2. Querido Pablo:

    Muy bueno lo de los curas transgénicos, te lo copio (aunque no sé, no sé, yo creo que sería bueno dejarlos como están, en su esencia que se degenera día tras día, puede ser un espectáculo tan reconfortante como cómico ver la decadencia de la secta. A lo mejor da para una segunda parte de La Vida de Brian, con curas, obispos y Papas que escuchan a los Beatles y a Pink Floyd mientras copulan contranatura -y contra su voluntad- con efebos de todas las clases y colores de piel).

    Por cierto, compra Granada Hoy...sales en la despedida de soltero de Antonio Muñoz Molina...que curioso justo hoy que hablas de verse "golpeados" por las ventajas de la vida en pareja, je, je.

    Un abrazo y, cómo no en esta semana que termina ¡Salud y República!

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  3. Yo le debo mucho a la jerarquía, querido Corleone, gracias a don Balbino Santos Olivera, arzobispo de Granada, al que conocí, superficialmente, en la catedral de cuerpo presente, supe que si quería no gastar la suela de los zapatos, lo mejor era estudiar para arzobispo. Cuando le tocó a mi curso, conducido por un marista, pasar delante del extinto, me fijé, niño que yo era, en las suelas de sus zapatos, totalmente nuevas. El hermano Clemente me explicó que un hombre tan bueno se había pasado la mayor parte de su vida levitando. Y así no se gastan zapatos. A mí, que ya empezaba a sentir la frialdad del suelo debajo de mis gastadas botas garach me quedó muy claro que en cuanto pudiera aprendería a levitar para no gastar zapatos. Eran tiempos de escasez. Luego mi carrera eclesiástica se trunco, no ingresé en el sacerdocio porque me di cuenta a tiempo de que me gustaba ingresar en otros prodigios.

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