lunes, 26 de abril de 2010

Protocolizar el deseo, acompasar la seducción

(Para Luisa que ha comentado mi post anterior)
Luisa, tú porque eres mujer y puedes hablar de cosas de mujeres, pero yo estoy asustado porque en Occidente, no en el Islam, aquí mismo, a muchas  mujeres no les gusta nada que algunos hombres les lancen miradas que no sean las de un deseo reconocible y reconducible. Por eso se avanza tan poco en la mejora de las relaciones entre hombres y mujeres. Estamos en la época de saldar la "deuda histórica" que el macho salvaje e irresponsable ha contraído con la mujer desde el episodio "Costilla de Adan". En algún momento se clausurará esa época y habrá que sentarse a hablar. ¿Estamos en la época del rapto? Si para casarte tienes que conseguir que un tío del pueblo de al lado venga y te rapte y se parta la cara con tu padre y con tus hermanos, pues es natural que te pongas tacones de aguja y agua de rochas que aleje kilómetros para potenciar el efecto llamada, pero si el niño que te gusta lo tienes dos filas más atrás, en la clase, no es necesario que te pongas un pantalón ceñido, un tanga fosforescente y tres flechas tatuadas en la espalda que señalen el proceloso camino. Protocolicemos la violencia posesiva de los machos, acompasemos las armas de seducción de las mujeres. Luisa, ahora mismo paso a la clandestinidad.

2 comentarios:

  1. Pablo, honrada (y un pelín avergonzada) por esta entrada-respuesta exclusiva, no puedo sino suscribir tus sabias palabras de varón. Lo único que no entiendo del todo es lo de la clandestinidad, pero ya te lo preguntaré, cerveza mediante, en cuantico me atornillen el tobillo derecho que tengo encargado en lo de los recambios. Lo de la clandestinidad y otras cuantas consultas que tengo apuntaícas y reservadas para tratar de verlas a la luz del candil mágico de vuesa merced.

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  2. Lo de la clandestinidad era una exageración: al hablar de cosas políticamente incorrectas, para no recibir daño o reprobación por parte de aquellas mujeres que no quieren ser observadas por la mirada no necesariamente complaciente de algunos hombres, pensé en pasar la clandestinidad. No deja de ser una forma de hablar. Evidentemente, no pasa nada por opinar con libertad de estas cosas, si no eres ambicioso y no aspiras nada más que a ser dueño de tu tiempo, dentro de un orden, claro.

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