sábado, 25 de septiembre de 2010

Ni Belén Esteban ni doña Letizia, Azaña

Monarcas sólo en las películas
En los años 80, mujeres granadinas que trabajaban duro durante toda la semana en el negocio familiar, pagaban alrededor de 1.000 €  por la habitación del hotel La Bobadilla de Loja en la que habían dormido los Reyes una noche. Pasaban en ella con sus maridos un fin de semana y luego, en su carnicería, mientras que le cortaban a una clienta un solomillo de cerdo con precisión milimétrica en filetes parejos,  le contaban los pormenores lujosos del cuarto de baño de la suite real. Hay gente a la que le gustaría darle una colleja suave a la princesa Letizia. No les agrada cómo ha quedado su nariz tras una operación de cirugía estética o que esté tan delgada o, simplemente, que la jaula de hierro del protocolo haya acartonado la fluidez profesional de una buena periodista.  Pero a otros muchos les agrada, les resulta guapa y bien vestida. No ven mal que acuda a Pasarela Cibeles con el empaque pijo de las burguesitas aburridas y lo más probable es que le copien los vestidos y los centímetros de sus tacones. De fundar un partido político, sacaría tantos votos como Belén Esteban. Igual que hay ateos aritméticos, con la calculadora en la mano, dispuestos a  restarle a Dios unos miles de asistentes  a cualquier manifestación religiosa, también hay republicanos militantes empeñados en demostrar que los Reyes son seres humanos y que están aquejados de los mismos vicios que los demás.  Son incansables, inventan chistes, ponen en circulación anécdotas, denuncian corruptelas del Rey y su familia, como si la idea monárquica, en lugar de caerse por obsoleta y anacrónica, se viniera abajo, por la ineptitud personal y profesional de los integrantes de la familia real. ¿Si los Reyes fuesen ejemplo de virtudes cívicas y humanas no habría nada que objetar?  ¿Estos republicanos acusicas acabarían yendo a la Zarzuela al besamanos? La Monarquía  es incompatible con el sistema  democrático porque coloca en la cima del Estado a un ciudadano que no ha sido elegido por nadie. Da igual que el rey sea bueno o malo. O que la futura reina haya elegido esta o aquella nariz del catálogo de un cirujano componedor.  Aunque nos resulte inquietante imaginar a Pajín o a Rajoy, a Cospedal o a Zapatero de presidentes de la III República Española, no tendríamos nada que objetar, si alguno de ellos ocupase ese puesto gracias a los votos de los españoles.  O si la elegida fuese Belén Esteban, incluso si lo fuese  Doña Letizia. Con suerte, hasta podría aparecer un nuevo Azaña  con la lección aprendida.

3 comentarios:

  1. Pablo: Me parece un hallazgo tu lúcido análisis sobre los republicanos que critican a los Reyes porque gastan mucho dinero o por lo que sea. Los republicanos convencidos, es decir, todos los que deseamos una democracia total, la soñamos con un Presidente, no con un Rey, aunque al actual lo admitimos por las circunstancias en que se produjo la Transición, pero es difícil de digerir que se perpetúe por herencia la Jefatura del Estado, claro.
    Te sugiero que les pases este artículo a los militantes republicanos de los que hablas.

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  2. Don Pablo, has hecho referencia a Galdós en mi post y sin embargo lo tienes metido en Opinión y Pensaminto. Es pura prosa del XIX. Este Camilo...

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  3. Silvia, la idea de que la jefatura del Estado sea hereditaria en una democracia me parece un contradiós.
    Rigoletto, he leído la entrada de Camilo en los blogs de Ideal y me da la sensación de que cualquier medio le parece justificado para "mantener la unidad de la Patria" y eso no me gusta. Gracias por el comentario. Saludos cordiales para ambos.

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