martes, 22 de febrero de 2011

El 23 F, del Rey abajo, ninguno

Nada. Los políticos no dicen nada que previamente no hayan discutido sus líderes en el desayuno diario de la cúpula del partido. Nada. Los periodistas no dicen nada que no hayan declarado previamente los políticos. Nada. Los blogueros no escribimos nada que no hayamos oído decir a los periodistas. Nada. De ahí que los que éramos adultos el 23 de febrero de 1981, mimetizando a los políticos, a los periodistas y los blogueros, estemos inventándonos una  historia ennoblecedora y épica sobre lo que hicimos aquella tarde, que no desmerezca de las que andan inventándose aquellos. Nada. Nadie se atreve a decir la verdad. El 23 F, nos cogió a muchos en el bingo. Y a los menores de 30 años en el limbo, que me parece que todavía no lo habían eliminado de los folletos de las agencias de viajes. Sólo estamos seguros de dónde estaban los diputados y sus secuestradores. De los demás, del Rey abajo, de ninguno podemos dar norte.

7 comentarios:

  1. Por lo que tú dices sobre historias épicas, se parece a lo del Mayo del 68: a todos los "progres" les dio por decir, en el aniversario, que habían estado en París en esos momentos, ja!

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  2. Actualmente, todos vivimos en el bin(m)bo (limbo binguero/bingo límbico), quizá porque la huella de esa fecha infausta no se ha borrado todavía, entre otras cosas.
    Gracias y saludos.

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  3. Silvia y trasindependiente,¿se puede vivir sin épica? Un abrazo y gracias

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  4. A mi me pilló merendando en casa de mi madre, con mis tres hijos, el mayor de tres años... y penas de amor.
    Cuando llegó mi padre alarmado, puso la radio...
    Para mi era algo imposible.
    Años atrás, en el cruce de Diego de León con entonces Conde Peñalver y Francisco Silvela, aparcados en doble fila llegó un amigo con una botella de champan, el ABC con la foto "Franco ha muerto", y brindamos alegre e inconscientemente allí mismo.
    Mi amigo llevó mucho tiempo ese ABC en la bandeja de su coche.
    Esa es mi épica, mas marcada, como ya he dicho, por el mal de amores que por la política, de la cual no entendía nada.

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  5. María, no me quiero poner estupendo, tú lo sabes, pero he de decirte que tú, en aquella época, eras más de lírica (amorosa, claro)que de épica. Gracias, un saludo.

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  6. Sigo siendo de lírica, Pablo, aunque amigos me recomienden no ser el guerrero del antifaz, no creo ser tal.
    A veces podría pasar por romántica, pero no me gustan las etiquetas ni los cajones.

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  7. A mí me gustaría tener etiquetadas todas las cosas inútiles que he ido acumulando, y poder ir tirándolas a la basura, ordenadamente, desde los cajones en que se encuentran, pero como soy como tú, que odio los cajones y las etiquetas, pues voy dejando detrás de mí una morrallica que no sé qué van a hacer con ella mis herederos, el día que me traslade a las praderas del Empíreo, para siempre. Gracias.

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