jueves, 23 de mayo de 2013

Sísifo y los profesores


Haciendo los deberes
EN las casas, los niños de 4 años manejan los iPad mucho mejor que sus padres y abuelos. Con el dominio que los niños tienen hoy de los ordenadores y con la cantidad de información que circula por la red, no harían falta ni institutos ni un currículo plagado de asignaturas ni odiosos ministros de Educación, sino salas de consulta informatizadas, atendidas por monitores especializados en discriminar los contenidos valiosos que circulan por la red de los deleznables. Pero los chicos tienen que socializarse. Habría que clausurar las escuelas y abrir centros de socialización para ellos, con sus pasarelas cibeles infantiles, sus cabaretes de contorsionistas juveniles, sus clubes de la comedia adolescente. Talleres de galanteo, de preparación de hamburguesas, de conducción de todo tipo de vehículos, comenzando por la humilde patineta y terminando por el Airbus. Sacristías de piedad, de castidad y de ascetismo. Máster de virginidad y contención en el gasto sexual. Hay que separar la Educación de la Socialización. Así los alumnos no tendrían que aguantar a los que los quieren convertir en ciudadanos de pleno derecho del reino de los cielos a partir de las lecciones de la clase de religión o de los que los quieren convertir en ciudadanos ejemplares de una democracia perfecta desde la escuela. Porque, aparte de la historia de las religiones de paz y amor, ennegrecida por el humo de las víctimas sacrificadas por ellas en la hoguera o de las grandes utopías de salvación terrena que han dejado las cunetas de la historia plagadas de cadáveres y de horror, hoy, cualquier propuesta que venga de curas o políticos, institucionalmente, resulta poco creíble y nada ejemplar. Los profesores de ambas asignaturas son como Sísifo, condenado a subir eternamente una piedra enorme a la cima de una montaña, para ver cómo a punto de coronar, los dioses, empeñados en castigarle, la hacían rodar hasta el valle. Ellos en clase, con gran dificultad, enseñan a los muchachos a subir la pesada piedra de la moral católica o de la ética cívica a lo más alto de la montaña de la excelencia, pero cuando están a punto de coronar, el telediario informa de que curas pederastas abusan de niños o de que políticos corruptos se pagan las bodas, los bautizos y hasta la comida de sus gatos con dineros públicos, y, entonces, la mole de la virtud corre montaña abajo y se deshace la costosa ascensión. Y vuelta a empezar.

4 comentarios:

  1. Txemi Lozano Orellana23 de mayo de 2013, 18:11

    De las carreras con jamón a las escuelas con copón, solo hay medio paso. Totalmente de acuerdo en clausurar sus escuelas y estos sinwertgüenzas, pederastas, capillitas y fascistas, que se vayan a magrear a los hijos de sus votantes y a los propios votantes para que se aprendan de una vez el auténtico catecismo que mueve a muchos de los tíos de negro. Chapeau, Pablo.

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    1. Txemi, los que quieren adoctrinar desde la escuela saben que esto hoy no es posible. De lo que se está discutiendo es de aparecer como más importantes que otras creencias, de poder, de primacía.

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  2. ¡Qué vedo! Una crítica ácida que esconde una voluntad de construcción aderezada con una ética abierta al mundo y a su posibilidad de perfección. ¿Me habré trasladado al Siglo de Oro?
    Felicidades, gracias y saludos.

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    1. trasindependiente, veo que detectas en mis entradas una deriva arbitrista que habré de corregir. Gracias por tu comentario. Saludos.

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