miércoles, 22 de enero de 2014

Los chips de la vida

El ojo de Dios
Los caminos del Señor son bastante obvios, frente a los de los hombres que serpentean hasta volverse inescrutables. A Dios, cuando regula la vida, podemos acusarlo de poca finura, pero no de ineficacia. Para regular la población no necesita de leyes intrauterinas pactadas entre ancianos rijosos y hombres enteros obsesionados con el poder. Si le sobra gente, deja caer un meteorito y se extinguen hasta los animales más grandes y rocosos; o levanta una ola gigante sobre las costas o envía a una bacteria para que inficione y acabe con media humanidad. Pero eso sólo cuando él cree que debe de intervenir para “cambiar el curso de la Historia”. Para lo que no está Dios es para avisar a cada uno de los siete mil millones de seres humanos que bullimos en el mundo, de si nos hemos puesto el calcetín del revés o para señalarnos por dónde tenemos que tirar el penalti para que el portero del equipo contrario no lo huela. Él ya se ocupó in illo tempore de instalarnos dos chips poderosos para que la vida no se extinga, nos programó para que tuviéramos hambre tres veces a día y, como planetas sin hoja de ruta, nos lanzó a unos contra otros para que, después de muchos choques y magulladuras, terminásemos reproduciéndonos sin desmayo. Conocedor de la indolencia y de la pereza de sus criaturas, el buen Dios dispuso recompensas para movernos a comer y a aparearnos. Si Dios permitió que el orgasmo y la tortilla de patatas, esos placeres extremos, estén ahí, recompensando nuestros esfuerzos por mantener la vida, es porque no quiere que desaparezcamos por ahora de la superficie de la tierra. Hay quienes la tienen tomada con el orgasmo –sobre todo cuando se trata del ajeno- y con la comida sustanciosa y abundante. Ha habido hasta hace poco como una cruzada contra las migas y el puchero, orquestada por cocineros de soplete y nitrógeno crionizante que han hecho todo lo posible por convertir el yantar en una proyección de filminas picassianas en el plato. Pero yo no he visto nunca a una empanada furiosa y mucho menos que un orgasmo le haya faltado al respeto a nadie, sin embargo, ancianos cardenales y ministros ambiciosos le temen como a un tsunami y quieren someterlo al imperio de su ley. A ver si va a ser porque en las pelis porno, los artistas, cuando les viene el gusto, blasfeman: ¡Dios!, ¡Dios!, ¡Dios! Pero eso más que una blasfemia es una eyaculatoria, pues, al fin y al cabo, ‘eyaculatoria’ y ‘jaculatoria’ tienen el mismo origen, que me lo ha dicho mi buen amigo Miguel Cobo Rosa.

6 comentarios:

  1. Plas ! , Plas! Plas! ... Que te como.
    Ole , ole y ole . Aquí una lectora boquiabierta.

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    1. Dice mi hermano Pepe, el mayor, que ha viajado mucho, que en las fondas de carretera ponen muy bien de comer y que siempre están repletas de camioneros. En una de ellas oyó como alguien llamaba "un completo" a un plato de puchero con todas sus cosas. En las mismas fondas, en reservados o habitaciones preparadas para el caso, muchachas expertas le practican a algunos conductores, ya comidos, un "completo", también, pero de características diferentes, anónima amiga. Comida, sexo. De nuevo el Arcipreste: "el hombre -hoy se diría: "y la mujer"- por dos cosas se afana: la primera era por haber mantenencia y la segunda era, por haber ayuntamiento con hembra placentera". Saludos y gracias por tu generosidad.

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  2. Le doy "gracias a Dios" porque exista todavía alguien que valore la etimología y que además lo haga con gracejo y con fluir (que no eyacular) de la palabra.
    Gracias y saludos.

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    1. Querido Trasindependiente, cuando me llegan valoraciones tan fluidas como la tuya me derramo de gozo. Gracias.

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  3. Hubo un Arcipreste en Hita -un tal Juan Ruiz- mucho más moderno en el tratamiento de estos temas del bien comer y del buen amor que las posturas de estos misioneros del antiorgasmo. Que aprendan de una vez que eyaculatorias y jaculatorias vienen a ser lo mismo.

    Un abrazo.

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    1. En esta España de meapilas interesados, era muy necesario aclarar, como has hecho tú, la íntima conexión entre jaculatoria y eyaculatoria. Gracias en nombre de la razón y el sentido común.

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