jueves, 4 de diciembre de 2014

Ana Mato no ve Breaking Bad

Fotomontaje de Juan Vida
EN los EEUU es corriente que en la mesilla de noche de los moteles haya una Biblia. Y en el cine americano resulta muy emotiva la escena en la que un asesino en serie le cita de memoria versículos del Génesis al policía que lo interroga. En los países protestantes leer la Biblia socializa. En España lo de leer la Biblia no ha estado bien visto hasta hace muy poco. Pero veo con alegría que Antonio Muñoz Molina ha titulado su última novela, Como la sombra que se va, con palabras del Salmo CII. En tiempos, hubo incluso quien ardió en la hoguera, por atreverse con la lectura de la Biblia sin la ayuda de un tutor. Aunque todavía vivimos, en parte, en la era de las Sagradas Escrituras, los elementos laicos afloran por doquier. Montaigne (1533-1592), que citaba en susEnsayos más a Sócrates que a Jesús, intentó escribir como escritor laico y dejar de escribir como imitador del Supremo Escritor, el redactor de la Biblia, Yahvé, el altanero. Y lo consiguió, porque, pese a ser dueño de una inteligencia propia de un dios, escribe con la humildad franciscana de un lego. Pero a lo que voy: uno puede haber leído a Kant, a Adorno, a Zygmunt Bauman o la Biblia en pasta y, hoy en día, le serviría de poco para socializar. Si no te has visto el último capítulo de la última temporada de la serie de moda eres un muerto viviente que flota, incomunicado, en un mundo hermético. Como me he dado cuenta de que del Génesis no puedo hablar con casi nadie, pues me he pasado a las series. Ahora voy por el capítulo 11 de la tercera temporada de Breaking Bad, el profe de instituto que se vuelve malote. Estoy enganchado. Ya hablaré otro día de ella. Por ahora me ha enseñado que en EEUU, si tienes un cáncer, y no tienes un seguro médico potente, de los que hay que ir ya contratando después de la era de Ana Mato como ministra de Sanidad, te arruinas tú y arruinas a tu familia, si intentas curártelo. Y Skyler White, la mujer del profe malo de la serie, me ha hecho ver que lo corriente es que una, si ve que su marido de pronto tiene dinero para pagarse un tratamiento que cuesta 100.000 dólares, se preocupe de dónde sale la pasta. Al final, Skyler termina sabiendo que Mr. White, su esposo, fabrica drogas para pagarse el tratamiento. Mato se lucraba de los regalos de la trama Gürtel. Pero no se enteró de nada. Aquí todo el mundo sabe de dónde proceden los dineros que entran en casa, menos los que prefieren enterarse por la Sexta.

3 comentarios:

  1. Pero hasta que no vea la serie de los Soprano, que me la van a regalar para Reyes, no creo que entienda estos asuntos de familia, Mark de Zabaleta

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  2. Los escritores que aún quedan, como tú mismo, han leído la Biblia y alguna otra cosilla. Los políticos en el siglo XX todavía leían e, incluso, escribían (véase el caso de A. Hitler). En el XXI solo saben leer hojas de cálculo informatizadas y se van quedando ciegos.

    Gracias y saludos.

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