Alfonso XIII baila con Joséphine Baker
El concejal Juan
García Montero, al achacar a los partidos de la oposición la pasada enfermedad
del alcalde, ha actuado con torpeza o con felonía. Que él elija. Según cuenta el
escritor Javier Sierra en su novela La
pirámide inmortal (2014) dos noches antes de volver de su fracasada
expedición egipcia, en 1799, Napoleón se encerró a solas dentro de la
Cámara del Rey de la Gran Pirámide de Giza. Nunca explicó la razón ni lo que le
ocurrió allí dentro. Sierra que, como Alejandro Magno o Julio César, también se
sometió a esta prueba, con sólo 17 años, imagina que el joven general Bonaparte
se encerró en la pirámide para ganarse el respeto de sus generales ante los que
apareció como un héroe sin miedo a la muerte. Torres Hurtado, aunque
involuntariamente, abatido por un ictus cerebral en junio pasado, se enfrentó a una prueba parecida en la UCI de
un hospital. Volvió con ánimo y ganas de lucha. Sus partidarios quizá admiren
en él, más que su ambición, su falta de miedo a la muerte. Él ha trabajado,
como Napoleón, para sacar partido político de la noche oscura de la enfermedad,
y está en su derecho. Juan García Montero ha desbaratado, con sus torpes
palabras, el propósito del alcalde de aparecer fortalecido e imbatible de cara
a la reelección. A partir de ahora, la
oposición tendrá que esperar a los comunicados diarios sobre el estado de salud
del alcalde para saber si puede hacer su tarea de forma potente y sin
miramientos o ha de dulcificar sus formas y maneras en el día que los médicos
le encuentren a Torres el sodio bajo o la tensión alta. Según me contaba mi tía María, dejando el
devocionario encima del tabaque de la costura, en su juventud, los diarios
informaban en primera página de que la salud del Rey Alfonso XIII. Cuando ésta
era buena, el parte decía así: “El Rey
se encuentra bien en su importante salud”. Me consta que a partir de ahora la
política municipal se va a medicalizar y que los concejales de la oposición van
a estar muy pendientes de la importante salud del alcalde. No para martirizarlo
y que muerda el polvo en los días en los que el hombre esté malucho, sino para
mimarlo y protegerlo en sus días bajos. Porque –y quizá esta felonía le haya
pasado por la cabeza a un Juan García Montero en busca de un lugar al sol de
las listas electorales- hay que ir
preparando el camino al acechante Sebastián Pérez. Y los concejales
adversarios, asustados ante el panorama, han pensado que es peor el repuesto
que la enfermedad.
Ciertamente bien visto....
ResponderEliminarGracias, Mark de Zabaleta por su atención. Un saludo cordial
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