jueves, 11 de diciembre de 2014

Peor el repuesto que la enfermedad

Alfonso XIII  baila con Joséphine Baker
El concejal Juan García Montero, al achacar a los partidos de la oposición la pasada enfermedad del alcalde, ha actuado con torpeza o con felonía. Que él elija. Según cuenta el escritor Javier Sierra en su novela La pirámide inmortal (2014) dos noches antes de volver de su fracasada expedición egipcia, en 1799, Napoleón se encerró a solas dentro de la Cámara del Rey de la Gran Pirámide de Giza. Nunca explicó la razón ni lo que le ocurrió allí dentro. Sierra que, como Alejandro Magno o Julio César, también se sometió a esta prueba, con sólo 17 años, imagina que el joven general Bonaparte se encerró en la pirámide para ganarse el respeto de sus generales ante los que apareció como un héroe sin miedo a la muerte. Torres Hurtado, aunque involuntariamente, abatido por un ictus cerebral en junio pasado,  se enfrentó a una prueba parecida en la UCI de un hospital. Volvió con ánimo y ganas de lucha. Sus partidarios quizá admiren en él, más que su ambición, su falta de miedo a la muerte. Él ha trabajado, como Napoleón, para sacar partido político de la noche oscura de la enfermedad, y está en su derecho. Juan García Montero ha desbaratado, con sus torpes palabras, el propósito del alcalde de aparecer fortalecido e imbatible de cara a la reelección.  A partir de ahora, la oposición tendrá que esperar a los comunicados diarios sobre el estado de salud del alcalde para saber si puede hacer su tarea de forma potente y sin miramientos o ha de dulcificar sus formas y maneras en el día que los médicos le encuentren a Torres el sodio bajo o la tensión alta.  Según me contaba mi tía María, dejando el devocionario encima del tabaque de la costura, en su juventud, los diarios informaban en primera página de que la salud del Rey Alfonso XIII. Cuando ésta era buena,  el parte decía así: “El Rey se encuentra bien en su importante salud”. Me consta que a partir de ahora la política municipal se va a medicalizar y que los concejales de la oposición van a estar muy pendientes de la importante salud del alcalde. No para martirizarlo y que muerda el polvo en los días en los que el hombre esté malucho, sino para mimarlo y protegerlo en sus días bajos. Porque –y quizá esta felonía le haya pasado por la cabeza a un Juan García Montero en busca de un lugar al sol de las listas electorales-  hay que ir preparando el camino al acechante Sebastián Pérez. Y los concejales adversarios, asustados ante el panorama, han pensado que es peor el repuesto que la enfermedad.

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