sábado, 7 de agosto de 2010

Mulleres falando

Mulleres falando, escultura de J.R. Gascón
En Ferrol, cerca de las dos “Mulleres falando” de la imagen (que más que mujeres charlando parecen dos interrogaciones descansando, hartas de preguntar),  hay un locutorio multirracial y multicultural regentado por una nigeriana de treinta y tantos años, en el que entran los niños, hijos de emigrantes de varias nacionalidades, cantando “soy español, soy español…”, a 100 metros de un café donde sirven los mejores churros de la ciudad. Por las tardes las mesas del café están llenas de señoras mayores de clase media, muy bien peinadas, y vestidas con la elegancia beige y gris de las viudas de los marinos del Cuerpo general.  Hablan sin parar con voz apagada, como si estuvieran agotando, junto con sus porciones de churros, los últimos fragmentos de una conversación que durara demasiado. En el locutorio, la encargada, con el pelo recogido en decenas de trencitas, da consejos a otras mujeres, discute en un castellano lleno de matices y de eficacia con una amiga, muy hermosa, que ha sentado a su niña, tocada con un lazo rojo más grande que ella,  delante de un ordenador apagado. En este “faladoiro” multirracial, las cosas no pasan, explotan. Con la misma fuerza que las hierbas salvajes en los campos baldíos después de un invierno de muchas lluvias. Mirando a las amigas negras que riñen a voces sobre temas tan primordiales para  la vida en común como la verdad, la mentira y la confianza, es imposible no sentir la pujanza de las vidas nuevas y la insignificancia del ocaso dorado de las señoras del café cercano.

3 comentarios:

  1. Qué suerte encontrarse ante esa explosion de pronto, y no tener que asistir a numerosas conversaciones tediosos sobre temas ginecológicos, sobre bodas, la educación de los infantes, aquella falda monísima, qué gracioso "mi marido" (los hombres pierden el nombre al casarse, nada queda de aquellos àlvaros, pedros, arturos...desde que bajan del altar, se convierten en "mimarido")que deja la ropa tirada por ahí, que si hoy vienen a ponerme los armarios, que si ayer compré una ternera buenísima en el pijocor....

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  2. Querida Iria, mi abuela, Doña Dolortes, mis tías abuelas, doña María y doña Mercedes, mi Bisabuela doña Mercedes, mi abuela paterna, doña Angustias, en mi casa sólo se ha pronunciado, en voz baja, el nombre de uno de mis antepasados masculinos, Joseíco, pero ¿qué habrían hecho estos hombres?

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  3. ¡Viva el matriarcado 'fagocitante'!

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