viernes, 22 de octubre de 2010

El alcalde de Valladolid y las "porta-morritos"

Hay una manera sencilla de ser el primero de la fila sin mucho esfuerzo.  Antes del Google  y de la Educación de las mil y una materias y asignaturas, existían las carreras de ciencias y las de letras. El primero de la fila, en las bromas de los estudiantes, era el hombre blanco de ciencias, luego iba el hombre blanco de letras, a continuación el hombre negro de ciencias  e, inmediatamente, el hombre negro de letras. Entonces, y sólo entonces, emergía la mujer en la taxonomía,  la blanca y de ciencias, en primer lugar, la blanca y de letras, la segunda, luego la negra  y de ciencias y en último lugar -la última de la fila-, la mujer negra y de letras. El alcalde de Valladolid, León de la Riva, de entrada,  y por lo que ha declarado ayer, tiene necesidad de que  todas las mujeres, por el hecho de serlo, aparezcan por detrás de él, en la fila, clavadas a su papel tradicional de “porta-morritos”, como las mariposas disecadas que se mueven poco, aunque  lucen preciosas clavadas en el expositor con alfiler de oro.  Luego estarán los que no sean hinchas de su equipo, los que no pertenezcan a su grupo de senderistas sin fronteras, a Expiación,  su cofradía, los que se tomen el flamenquín en otro bar, los que no usen el mac...Todos, todos, todos los seres humanos, menos él, al final de la fila. Y esto sin esfuerzo, sin currárselo.  Por decreto.  Este hombre, olvidando lo severa que era la lucha por la vida en la cercana  Atapuerca,  se nos ha vuelto comodón y quiere despuntar eliminando  del escalafón a los posibles competidores. No sé cómo en Valladolid lo votan las mujeres o los que no viven en su misma escalera.

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