domingo, 24 de octubre de 2010

El lugar de trabajo: ¿harén u hogar?

La novedad de la situación de la mujer en España, en la primera década del siglo XXI, produce tanto desconcierto a hombres y mujeres como a los aristócratas y burgueses del siglo XV el derrumbamiento de las viejas leyes de la cortesía caballeresca y la llegada de la Italia urbana de nuevos “usos” eróticos. El cambio ha sido tan radical que tiene a todo el mundo descolocado y sin saber qué comportamientos privados se trasladan a lo público y que prácticas de lo público se llevan a lo privado. En tiempos de transición como los presentes, no es exagerado afirmar que el varón tiende a convertir su centro de trabajo en un harén y la mujer a manejarlo como un hogar. Las mujeres aparecen, siempre que se lo proponen y pueden, ventajosamente situadas en carreras, oficios y profesiones. Pero mientras que "políticos y políticas" insolventes y caraduras están todo el día tildando de machista a todo lo que se mueve, ellos con poder y diputados, no promueven leyes para eliminar la discriminación salarial de las mujeres, blindar el puesto de trabajo y la promoción de la mujer que da a luz e imponer “razones” para convencer a los machos neandertales que matan mujeres y luego se suicidan, de que inviertan el orden de esta secuencia. Que andamos despistados en este asunto lo prueba el último rifirrafe sobre quién es más machista, si el presidente del Gobierno al eliminar de un plumazo el ministerio de Igualdad en el que seguramente y, sin mucha razón, conociendo la levedad transformadora del personaje, habían depositado tantas esperanzas muchos ciudadanos o el 'rejumbroso' (¡que no se entere el munícipe que he utilizado esta eufónica deturpación dialectal de 'herrumbroso', porfi!) alcalde de Valladolid con alusiones ofensivas a la ministra Leire Pajín que ponen en entredicho al político y al profesional de la medicina.

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