jueves, 28 de octubre de 2010

El laicismo del hipotecariado

Cena en Santo Domingo
Una estatua dedicada a José Antonio Primo de Rivera se alza inamovible en  la plaza de Bibataubín de Granada. El Ayuntamiento de la ciudad, de mayoría popular, sigue sin retirarla. La obra, de 1973, contiene elementos laicos, heterodoxos, alejados de los ritos fundacionales del falangismo. Su autor, el escultor López Burgos  respetó el espíritu de compactación  y afluencia de los totalitarismos, sin llegar a la eficacia y al descaro del documental “El triunfo de la voluntad”,  obra “de nazis, para nazis, sobre nazis”, según su realizadora, la alemana Leni Riefenstah. Rodado en 1935, es una pieza de propaganda canónica, en la que miles de personas actúan en desfiles y concentraciones con la precisión y la eficacia de un puño unánime a punto de ser injertado en el brazo de Hitler, listo para golpear al enemigo como un martillo. En la escultura de López Burgos, las manos que parecen soltar palomas, y sueltan un águila rapaz, también están anudadas pero la fortaleza que transmiten carece de la contundencia de las imágenes de Riefenstah. No son los ritos fundacionales, sino su adaptación a los tiempos. En 1973, el falangismo español había aflojado su tensión original, después de más de treinta años sirviendo de masilla al conglomerado ideológico de la dictadura, y López Burgos, no se atrevió a esculpir brazos saludando a la romana, pero en un inteligente acto de travestismo, son las alas las que saludan "en fascismo", como diría el explosivo Profesor Fortes, filólogo local de la liberación del proletariado.
El laicismo, como negación, olvido o simple remodelación de la liturgia, de los ritos inaugurales, también se manifestó el último 20N, cuando un joven falangista subido al pedestal de la estatua de López Burgos, gritó "Viva España", en lugar del litúrgico "Arriba España" del fundador. Laica es, también, la actitud de la novelista local que en una conferencia contratada por la Diputación les confiesa a las mujeres que la escuchan en un pueblo de las Alpujarras que no ha leído a Cervantes, pero tilda de machista al jurado del Planeta porque no le concede el premio. Laica la poeta que escribe  algo que sólo ella identifica con un poema, ignorando los códigos del canon literario, pero soñando con el Nobel de Literatura a cada cuarteta que pergeña. Muy laico el pie de la foto 134 -“Cena en Santo Domingo”-  del Concurso para el cartel de la Semana Santa de Granada del año 2011, en la que aparece una panda de amiguetes a punto de comer (si te fijas, es un paso de la Santa Cena parado en medio del patio del antiguo convento de dominicos). El hipotecariado -y posiblemente el redactor del pie de la foto pertenezca a esa clase social poco estudiada-  ha diluido todas las mediaciones, menos la del banco que le ha prestado dinero para comprar la casa en la que vive. Las viejas religiones, las viejas mediaciones han perdido poder simbólico y,  como dicen ahora, casi no se las “visualiza”. Y si se dejan ver, peor para ellas: los jueces insultados, los Reyes abucheados, si no quemados en efigie, el himno nacional silbado, los militares de paisano, obligados a prescindir de sus vistosos uniformes de gala, los obispos apocalípticos,  pidiendo un poquito de protagonismo y de reconocimiento social, sin atreverse todavía a pasarse por la Noria, como hacen ya los políticos, y sentarse al lado de la reina natural del hipotecariado. La muy visible Belén Esteban.  

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