miércoles, 6 de octubre de 2010

Moro bueno, moro malo

En España, hay un moro en todas las familia
¿Moro bueno, moro malo? Eso depende de las circunstancias. Para Aznar, los moros son el enemigo desde el 711, año en el que Tariq, con la ayuda del conde traidor, don Julián, conquistó la Península y acabó con el reino visigodo de España. Y además, por lo que declaró el ex presidente en 2006, está todavía a la espera de que "algún musulmán le pida perdón por ocupar España durante 8 siglos". Su resquemor es parecido al que se desprende de estos versos de un romance medieval: “Madre España, ¡ay de ti! -- en el mundo tan nombrada, / de las partidas la mejor, -- la mejor y más ufana, / [...] por un perverso traidor -- toda eres abrasada, / todas tus ricas ciudades -- con su gente tan galana / las domeñan hoy los moros --por nuestra culpa malvada, / si no fueran las Asturias, -- por ser la tierra tan brava”. Aznar, tan alejado ideológicamente de Franco, no ha tenido en cuenta que los moros hicieron algo más que pedir perdón, ayudaron al general rebelde a reconquistar  no sólo Al-Ándalus, sino hasta la tierra tan brava de Asturias.
 En 1938, para los sediciosos, los moros eran buenos. Agustín de Foxá, diplomático falangista al servicio de Franco, publica en el diario “Patria” de Granada, el 17-VII-1938,  un “Romance de Abdelazís”, en el que aparecen las primeras muestras de lo que años después se conocería como “Alianza de Civilizaciones”. En el poema, Foxá, consciente de que muchos de los mercenarios  marroquíes –“la flor morena de África”, les llama-  que atraviesan el Estrecho se preguntarían qué se les había perdido a ellos en la contienda española, los engatusa con la visión poética, desde los aviones que los transportan a una muerte más que probable, del “jardín del profeta”, de Al-Ándalus: de las  huertas regaladas de Granada, de  Córdoba, entre naranjas, de Sevilla, “jazmín y remo, en el agua”. El poema rezuma “maurofilia”, amor al moro, ahora, aliado imprescindible en la sangrienta aventura del general traidor, del moderno don Julián.  Creo que el lector, que ha llegado hasta aquí, tiene derecho a recibir los últimos versos del romance. Éstos: “Si mueres, Abdelazís, / sobre los surcos de España, / no el Zoco-Chico de Tánger / celebrará tus hazañas, ni el domador de serpientes / cantará sólo tu fama. / Los poetas de Castilla / te dirán en lengua brava: / "También tienes tu lucero, / español de piel tostada.”  Acostumbrado, como diplomático, a cursar expedientes de nacionalidad, Foxá no duda en concedérsela a Abdelazís y a sus  conmilitones. No alianza de Civilizaciones se llama esto. Mejor, fusión de razas, de pueblos, de culturas, de cómplices.

1 comentario:

  1. En España, en asunto de raíces nunca hay que decir de este agua no beberé o este moro no es mi padre... O este judío. Lo más probable es que Aznar, como descendiente de moros, se tenga que pedir perdón a si mismo.

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