lunes, 11 de octubre de 2010

Tomates como banderas

El campesino, dueño del chambao de la foto, es razonablemente feliz, pese a que tiene 82 años y que acude todos los días a labrar los marjales donde cría los tomates. Cuando maduran los vende a los viajeros que suben a Sierra Nevada por la carretera de El Purche, en Granada. Ha tenido el buen gusto de preferir una expresión antigua “Se vende tomates” a la actual “Se venden tomates” para su tosco anuncio y el sentido común suficiente como para que la bandera de España que preside su actividad, desde lo del Campeonato del Mundo, no sea mayor que el tomate más gordo de su cosecha.
El tomate más gordo
No le pide a la patria demasiadas cosas, para que la patria no se ponga exigente con él. La patria le ha pagado el sonotone que alivia su sordera y le ha concedido las becas que han permitido que sus dos hijas terminen sus carreras universitarias. Él hizo el servicio militar en su momento y le viene pagando, a la patria, sus impuestos. 900 metros más abajo, el alcalde de su pueblo también izó este verano una enseña roja y amarilla, con más varas de tela que metros cuadrados mide el término municipal, a modo de para-desgracias y atrapa-glorias nacionales.
Bandera atrapa-glorias nacionales
No consta en ningún sitio que el pueblo, o su alcalde, hayan prestado a la patria más servicios que el campesino de los tomates. El director de “El Mundo” ha utilizado la primera página de su periódico, el viernes, día 8 del presente mes, más o menos como el alcalde su bandera. Enarbolaba ese día Pedro J. Ramírez este titular atrapa-glorias a tres columnas: “Vargas Llosa, sexto español con el nobel de Literatura”, ocultando que el escritor galardonado también disfruta de la nacionalidad peruana. Si alguien tilda de pueblerinos a P.J.R. y al alcalde, será difícil llevarle la contraria, y también llevará razón el que diga que Manuel, el labrador de 82 años, es el que parece más globalizado de los tres en sus relaciones con la patria. Casi kennediano. ¿No fue el presidente Kennedy el que pidió a sus compatriotas que no estuvieran todo el día pidiéndole cosas al país de uno, que también pensaran en darle algo de vez en cuando?

9 comentarios:

  1. Qué interesante enfoque éste, querido Pablo; de la magdalena proustiana al tomate granaíno como punto de partida de reflexiones más profundas. Yo, en realidad, soy un enamorado de los tomates y una vez tuve una patria de amante, pero ya no me queda de ella ni los malos recuerdos, así que, en este caso, he quedado extasiado por el rojo de la carne y el verdecillo irisado de las paredes y hasta con el toque naturalista del par de semillas negras que asoman por una esquina. De la bandera, poco que decir, si acaso que me parece muy acertada y extremadamente útil la moda actual de rojigualdar toda rotonda que se precie hasta en el último rincón de la tierra patria. Yo, de mi casa, en Graná, a mi trabajo, en El Ejido, atravieso no menos de media docena de trapos coloreados al viento (tres de ellos, de tamaño realmente impresionante, en Granada, Almería y Roquetas, respectivamente) y, como te decía, los veo muy útiles para, por ejemplo, el viajero despistado que de repente sienta dudas sobre dónde se encuentra, no tiene más que esperar unos pocos kilómetros y podrá respirar aliviado sabiéndose en un país comunitario. Es verdad que otras pistas podrían indicarle su situación (por ejemplo, ver a la gente tirar cualquier envoltorio al suelo, escupir enormes flemas en medio de la acera, acomodarse ostensiblemente los testículos para cargar sobre el lado preferido, aparcar en segunda y hasta cuarta fila o ir a trabajar masivamente en jornadas de Huelga General...) pero, para llegar a la conclusión esperada, el viajero necesitaría estar versado en antropología y sociología. Y, como no podemos exigirle a nuestros visitantes mayores conocimientos que los nuestros propios, lo de las banderas en las "retondas" tiene, como dije, una grandísima utilidad, a más del precioso efecto visual y relajante del rojo y amarillos refulgentes al viento.

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  2. Querido Corleone, que estupendo lo del tomate y la magdalena, las grandes palabras, Patria lo es, llevan a eficaces justificaciones de todo tipo de abusos y tropelías. Estoy siempre a favor de palabras que designen realidades abarcables, discretas, digeribles, como magdalena, tomate, sonotone, higo chumbo. ¿Quién podría iniciar una guerra en nombre del higo chumbo? En cambio, en nombre de la Patria y de su bandera, se han cometidos atrocidades. Gracias por su comentario. Un saludo.

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  3. La Patria y el tomate. El tomate como patria. Mi patria, el tomate...

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  4. ...o Patria amb tomaca. El desayuno de aquellos que pierden el espíritu patrio. Besos.

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  5. O de aquellos que sueñan con otras patrias.

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  6. Ya se sabe: los tomates son más buenos donde no se está...

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  7. ¿ Quiénes son más representativos de la "identidad nacional ": la cabra legionensis, Manolo Escobar o el tomate ?. ¿ Quizás el entomatado a lo Rajoy ?

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  8. Quizá La Roja, signo de contradicción: plagada de excelentes jugadores -vascos y catalanes- de otras naciones. Yo hubiera preferido una hazaña como la chilena pero nuestra épica es menos profunda, más superficial y esférica.

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