miércoles, 16 de febrero de 2011

Mejor que te llamen gilipollas

Se preguntan esta mañana en una tertulia radiofónica si es correcto insultar a Pajin con alusiones degradantes a su aspecto físico. Esta pregunta abre un debate tan incierto como el que tuvo lugar en los centros de enseñanza a principios de siglo sobre si los estudiantes podían ir a clase en pantalón corto. Las comunidades escolares no se pusieron de acuerdo y cada uno sacaba las razones, para el sí o para el no, del baúl de su moral. En estos casos, cuando se trata de una mujer, la primera línea de defensa se sitúa en la barricada del feminismo. No hay que dar razones, basta accionar el espray estigmatizador y la palabra ‘machismo’ paralizará cualquier debate. Luego viene eso de que te juzguen por tus obras, no por tu cara. Esta línea de defensa no es muy segura porque a muchas políticas se las conoce más por lo que se ponen, por cómo se peinan o por los complementos con que se abruman, que por lo que hacen. Los hombres disimulan mejor porque, aunque no hagan nada, se visten de forma muy parecida y, camuflados, despistan. Esto lo vienen haciendo ellos desde que vestían el uniforme de senador en Roma o en las películas de romanos. No aparece mucho un argumento interesante: que las ofensas, sobre todo las que se refieren al físico, perjudican más al que las lanza que al que las recibe. El insulto soez es una regresión al grito selvático, 50.000 años después de que el homo sapiens comenzara a usar el lenguaje articulado. Hay un argumento en contra de los insultos que también tiene su peso: la ridiculización del poder no hay que hacerla hoy como en la Edad Media con recursos del carnaval, creando situaciones de mundo al revés en las que los poderosos son arrastrados por “el pueblo” a las cloacas del desprecio y la abominación. La libertad de expresión, válvula inteligente de las insatisfacciones colectivas, permite sin riesgos una crítica razonable y permanente de los abusos del poder. No hace falta recurrir al entierro de la sardina. Pero hay en España muchos lectores del académico Pérez-Reverte que le han tomado gusto a eso de introducir cada dos frases expresiones del tipo “me suda la polla”, “con dos cojones” o “ese político es un hijo de la gran puta”. Que las feministas radicales odien el lenguaje porque es el instrumento con el que los machos nos han sometido e indoctrinado, y lo destrocen en sus manifiestos y convocatorias, bien. Que los maoístas maltraten el idioma porque ha sido herramienta de opresión en manos de la burguesía explotadora y quieran cargárselo haciendo de él un uso descuidado y destructivo, vale, pero que un académico dedique el 10% de su discurso a insultar a todo el mundo con palabras malsonantes, esto es peor, porque él debe de dar ejemplo. Sintonizo con frecuencia preservativa Radio María, más que nada por oír a Monseñor Munilla, obispo de San Sebastian. Este hombre te puede decir de todo, pero lo hace con la perfección del retórico virtuoso. No te puedes ofender, ni siquiera cuando sabes que ha acabado dialécticamente contigo. Si alguien te dice gilipollas, agrádeselo, es como un reconocimiento de tus virtudes cívicas. No te ha podido acusar ni de robar ni de prevaricar ni de prostituir a menores. Pero cuando Monseñor Munilla alienta al cristiano a que se haga presente en la vida pública con "parresía", resguardarte, porque está incitando a los fieles a que tomen la calle, con dos cojones. Y tú sin enterarte.

12 comentarios:

  1. A la Pajín y sus fieles les faltan unas lecciones de literatura aplicada que tú has empezado a iniciar aquí. Y que yo voy a continuar.
    Cuando se insinúa la fealdad física de esa señora, en realidad se está empleando una metáfora referida a lo mal que se expresa y a lo desacertado de sus actuaciones, vamos, que sería lo mismo que llamarla Cospedal. Yo creo que la Pajín es lista y se da cuenta que cuando alguien insinúa su fealdad en realidad está empleando una metáfora de lo que he mencionado y es lo que realmente le sienta mal. Es algo así como si yo empleara la palabra "burra" para denominarla (igual metáfora que aplicaría yo a Cospedal), solo que en este caso seguro que ella no pensaría que para mi esa palabra no muy bien sonante tiene ecos de la que imagino gloriosa piel de Cleopatra y de los cosméticos naturales que utilizaba para cuidarla.
    Gracias y saludos.

    ResponderEliminar
  2. Trasindependiente, me relaja saber que no estoy solo en este quehacer de la leche. Gracias. Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Me parece que los comentarios gruesos, incluso los insultos, que cada vez más frecuentemente dedica el personal a los políticos solo es consecuencia del bajísimo nivel que ofrecen los personajes públicos. Solo hay que escuchar cualquier sesión parlamentaria. Si fuesen capaces de administrarnos con más tino, probablemente estaríamos inmersos en debates de más alto calado y nos olvidaríamos de las caras que, por desgracia, es lo único que son capaces de mostrar. Lo demás, el interior, es un inmenso vacío sin fondo.

    ResponderEliminar
  4. Realmente la gente tiene que estar muy enfadada cuando recurre al insulto de forma sistemática. Gracias, Juan Antonio. Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  5. Cómo me ha gustado el asunto de la parresia, sobre todo porque me lo cuentas aquí, joder con el Munilla.

    ResponderEliminar
  6. callerubial, te agradezco que no me retires el saludo después de enterarte de que oigo Radio María. Es una fuente de información insoslayable. Y además como rezan el rosario con la misma cadencia narcoléptica con la que lo rezaban mis tías, en mi infancia, pues me duermo y me ahorro un ml. de somnífero. Gracias y un saludo.

    ResponderEliminar
  7. Sr. Don Pablo, ¡Se ha puesto usted estupendo!
    Aunque debo darle la razón, algunas razones, pues deambula usted, como siempre, intrigando en varios campos antes del sesgo final.
    La crítica al físico corpóreo no la considero oportuna, pues éste nos viene dado, no elegido y poco podemos hacer para cambiarlo aunque los adornos que le sobreponemos a fin de esconderlo, alegrarlo, insinuarlo, disimularlo, sobrecargarlo o simplemente abrigarlo, y a éstos si los elegimos, podríamos trascenderlos si la virtud moral de lo que envuelven fuera suficiente para distraernos o simplemente… no diéramos importancia a las apariencias.
    Puede ser que la crítica al físico sea por no poder criticar lo criticable en un personaje público, su ética y valía en su trabajo en pro de la sociedad o simplemente… una argucia mas de aquel que no quiere que le descubramos y nos distrae con las apariencias.
    Con lo poderosa que es esta mujer ¿No hay algo más útil en qué fijarse? ¿Cómo hace su trabajo? ¿Trabaja? O simplemente…nos distrae.
    Respecto al académico nombrado pues también tiene usted su razón. Pero debe ser algo que tienen determinados sillones, pocos, menos mal, y en como Cela insistían en refocilarse en el caca, culo, pedo, pis y en otros asentar claramente diferentes partes del organismo masculino como símbolos de poder y otros alardes..
    Del monseñor prefiero no hablar.

    ResponderEliminar
  8. Querida Ana María, así, a primera vista, ¡qué compleja aparece la vida en común! Aunque de lo que hablan todas estas actitudes es de que "tú no eres más que yo, a mí me gustaría ser como tú, si es que no puedo ser más, lo que no quiero de ninguna manera es ser menos". Más, menos, igual... Y a los poderosos, leña, para que no se lo crean. Aunque hay leña y leña...Yo prefiero a los clásicos, que ofendían más, con menos exabruptos. Inolvidable la forma tan cruel que tiene Quevedo de llamar "perro judío" a su enemigo literario Góngora: "Yo te untaré mis versos con tocino -que los judíos tenían prohibido comer-por que no me los roas, Gongorilla".Un saludo cordial, amiga, y muchísimas gracias por el tiempo que dedica a comentar estas entradas.

    ResponderEliminar
  9. Y "parresia" que ha dicho... y yo ¡¡hala... a la RAE otra vez!!
    Lo de la Sra Pajín , por mi parte no es con mala intención que por algo soy una chica de izquierdas, pero como dice trasindependiente, tiene un algo, en la forma de expresarse y de desenvolverse, que dicen las malas lenguas que le otorga cierto parecido con "la Veneno" (Que Dios y el PSOE me perdonen por repetir tal infamia)
    Y claro que no nos enteramos de lo que dice Monseñor... porque los que leemos ElPais no escuchamos Radio María ¡¡Que Dios te perdone a ti tambíen!!
    Un saludooo

    ResponderEliminar
  10. Mala, aquí el matiz es muy importante. Tu no oyes Radio María, porque eres simplemente Mala. Yo, como soy malo, en el buen sentido de la palabra "malo", pues me veo obligado a ciertas concesiones. Por otra parte, y aquí me pongo doñeador, cuando tú, como la Helena de Ronsard, seas mayor, muy mayor, y te encuentres acurrucada junto al fuego, a lo mejor te acuerdas con tristeza del bloguero que te obligó a mirar en el diccionario la palabra "parresia", pero para entonces yo ya no seré nada más que una sombra entre los mirtos, por eso Mala, cíñete ahora las dulces rosas de la vida y comparte con este bloguero una sonrisa. Saludos.

    ResponderEliminar
  11. Con permiso, me ha llamado la atención la mención a Pérez Reverte, caso curioso de reportero que alcanza las mieles del éxito literario y (lanzo la hpótesis) llegado ahí con academia y todo, se construye su propio personaje de intelectual avinagrado y groser, destilando mala baba en cada uno de sus comentarios, como un resentido contra el mundo, al que contempla desde las alturas (o desde su barco) y juzga repartiendo condena verbal a todo aquel que, según su criterio, se la merece. Escuchar Radio Maria o ver Intereconomía puede resultar altamente irritante, pero es higiénico no cerrar los ojos a la realidad. Hay gente que piensa como piensa y en la Alemania de los 30, muchos ciudadanos pensaban que jugaban a soldaditos ingenuos los jóvecitos seguidores de un tal Adolfo. Todavía a algunos les escuece el haber mirado para otro lado para no ver lo que estaba pasando.
    Buen día.Pa

    ResponderEliminar
  12. pazcirujano, noto en su comentario una cierta comprensión hacia mi vicio de oír Radio María. También sintonizo la COPE de vez en cuando. Este verano, a las tres de la mañana, en esa emisora, un locutor estaba justificando el tiranicidio. Medio dormido, oigo que el tirano que había que eliminar era Zaparteto. No llamé a la policía para que informarla de que se estaba preparando un crimen porque sobre las cuatro, el locutor dijo que no había que eliminarlo físicamente, que bastaba con "botarlo". En intereconomía también aluden a esto del tiranicidio. Hay una bolsa de rencor en la sociedad española actual que no se contenta con que el Partido Popular gane las próximas elecciones. Y si no oyes estas radios piadosas y compasivas no te enteras. Gracias, pazcirujano, por su análisis de lo de Pérez-Reverte y por introducir en mi blog este comentario con la muy pacifica expresión "con permiso".

    ResponderEliminar